miércoles, 2 de septiembre de 2015

Por favor, no te vayas


Ya no me quedan maneras de pedirte, o más bien de suplicarte que te quedes...
Que este frío enero está calándome uno a uno cada uno de mis huesos, y sin aún haberlos conocido, ya estoy imaginando tus brazos brindándome el calor que no me daba la barra del bar.
Te prometo, que no me quedan palabras, maneras, formas para pedirte que por favor no te vayas, no te vayas sin haber venido aún.
No sé de tus mañanas, ni de tus noches, ni mucho menos de tus domingos, pero no quiero perderlos.
Por favor, no te vayas.
Repetías una y mil veces que no, que no querías atarme a ti.
Pero tarde. Estoy atada de pies y manos a cada rincón de tu cuerpo.
No sé de tu risa enamorada ni del brillo de tus ojos reflejados en los míos, pero no quiero perderlos.
Por favor, no te vayas.
Que tengo todo tipo de esperanza puesta en tu nombre, apellido y sonrisa. 
Que si he de ver otro amanecer que sea desde tu otro lado de la cama.
Por favor, quédate, no te vayas.
No soy de prometer, pero mi vida...
Prometo que si te quedas a nuestros hijos que lleven tu sonrisa, voy a leerles miles de cuentos, con la misma voz que tengo pensado leerte a ti los versos de Escandar o Benavente, todas aquellas noches, que como hoy no encuentre formas para pedirte que por favor no te vayas.
Por favor, no te vayas.
No te vayas sin partirme todo tipo de esperanza habida y por haber. 
No te vayas, y si te vas... vete de puntillas y sin hacer ruido, que no te oigan mis ganas de correr tras de ti.
No te vayas. 
Quiero besarte o versarte todas y cada una de las noches, cuando todos nos volvemos grises, quiero besarte y me importa una mierda el precio a pagar por ello.
Por favor, no te vayas.
Aunque yo, si fuera tú, no me quedaría.

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